El 24 de agosto, Miranda González Martín abordó “Vivir la Educación Sexual Integral en los espacios de primera infancia”.
Vivir la educación sexual integral en la primera infancia. Por Miranda González Martin
Encuadre de la presentación:
Antes de que existieran las leyes de ESI, las escuelas o cualquier tipo de espacios de educación formal, los pueblos siempre educaron a sus niñeces en sexualidad. En el presente como en el pasado, en la crianza, en lo que festejamos y lo que regañamos, enseñamos normas socioculturales de comportamiento, sentidos de aquello que (en nuestra comunidad) corresponde y aquello que es tabú (definidas a menudo en función de cada género). Esta educación en sexualidad se produce en espacios de formación formales y no formales, por parte de: docentes, familias, auxiliares, personas empleadas para las tareas del hogar, líderes espirituales, profesoras/es de deportes, personas que animan fiestas infantiles, quienes idean los programas que se transmiten por televisión, quienes producen publicidades, quienes fabrican indumentaria, juguetes… La formación sexual de niñas y niños no es, ni ha sido nunca, sólo cosa de sus madre o padres…
Como dice un proverbio africano «PARA CRIAR A UN NIÑO HACE FALTA UNA TRIBU ENTERA»
Así se forma nuestro pensamiento, corporalidad, formas de sentir, etc. Se va acomodando a esas mismas normas que la cultura nos prescribe. Pero, siempre se dan resistencias, cambios, dando lugar a la transformación de sentidos. La ESI nos propone algo novedoso, nos propone explicitar esas enseñanzas dadas, naturalizadas, para reflexionar sobre ellas, para volver a mirar las enseñanzas acerca de sexualidad que proporcionamos a las niñeces, revisar sus efectos e implicancias, repensando una propuesta de enseñanza en sexualidad que promueva la equidad, el cuidado y la empatía.
Partimos de una definición integral de la sexualidad que, no sólo la plantea en términos multi-dimensionales, que no se agotan en sus aspectos genitales, biológicos ni médicos, sino que también implica reconocerla como presente a lo largo de toda nuestra vida. Esa integralidad la abordamos en relación a 5 ejes que nos ayudan a pensar nuestro abordaje, revisar nuestras prácticas y trazar nuestros objetivos:
– Valorar la afectividad
– Cuidar del cuerpo y la salud
– Garantizar la equidad de género
– Respetar la diversidad
– Garantizar nuestros derechos
Una de las reacciones más fuertes contra la ESI es aquella que la contrapone al derecho de las familias de encuadrar la formación de sus hijas e hijos, cuestión que se refuerza en el caso de la temprana infancia, debido a ciertas representaciones tradicionales sobre la niñez y la sexualidad:
“Son muy chiquitos para hablarles de sexualidad!
“¿qué van a enseñarles? ¿a tener relaciones?”
“hablarles de ciertos temas es incitarlos a una sexualidad prematura”
“todavía son inocentes”
Persiste una representación social de la niñez como carente de sexualidad, que la vincula a una “pérdida de inocencia” y por lo misma a una idea de corrupción. Al plantearnos educar en sexualidad en la primera infancia tenemos que comprender la pregnancia de esta representación, para elegir las mejores estrategias de diálogo y trabajo con las familias de la comunidad educativa. Por ello, la comunicación familia-docente-cuidador/a será fundamental, y más aún cuando menos edad tengan las niñas y niños.
Cuando la ESI finalmente gana terreno en los espacios de primera infancia, lo hace de la mano de ciertas tradiciones más vinculadas a la biología, la medicina y el prevencionismo, reforzando una asociación entre sexualidad y peligro:
“Para que cuiden su higiene”
“Para que sepan que nadie puede tocarles sus partes íntimas”
“Para prevenir abusos” …
Propongo trabajar desde una serie de escenas para pensar, ¿qué implica vivir la educación sexual integral en la primera infancia? ¿qué se enseña? ¿cómo? ¿Cuándo inicia esta enseñanza…?
Desde estas escenas nos proponemos relevar preguntas, supuestos y desplegar estrategias de trabajo en relación a ciertos núcleos temáticos:
ESI con bebés:
la sexualidad presente a lo largo de toda la vida
las identificaciones de género (en sus versiones más o menos estereotipadas) fundadas en estas primeras etapas de la vida (primero habladas y actuadas por el mundo adulto, y luego internalizadas)
la disponibilidad corporal adulta y la ternura como sostén del desarrollo de las niñeces
las posibilidades pedagógicas del cambiado, la alimentación y el vínculo para enseñar sobre los límites corporales, la distinción de lo que agrada y lo que no, la construcción del consenso y la autonomía
Nuestras propuestas de sala para trabajar la ESI con niñas y niños: nuestras prácticas pedagógicas, nuestras prácticas frente a situaciones que irrumpen, nuestras miradas de las niñeces.
Nuestras formas de organización institucional:
La tensión entre lo que planificamos enseñar y nuestras prácticas desde el sentido común
Las enseñanzas que forman parte del curriculum implícito y oculto
La naturalización de la construcción de género
La reflexión sobre nuestras creencias y prácticas para pensar las prácticas pedagógicas.
La experimentación, el juego y la reflexión como formas de trabajar la equidad de género con niñeces
La diversidad, el respeto por la identidad de género y el trato digno: el lugar del jardín:
¿Qué implica pensar la diversidad en los espacios de la primera infancia? ¿cómo “alojamos” la heterogeneidad?
El abordaje de la diversidad como constitutiva de la humanidad. Justicia curricular. Ejemplos de diversidad (no sólo sexual): heterogeneidad de colores de piel, formas de cuerpo y de motricidad, modos de ser, preferencias, etc…
¿que implica el trato digno?
Diferencia entre sexo e identidad de género. La identidad de género como principal dadora de identidad (y por lo mismo de construcción temprana)
Como dice un proverbio africano "para criar a un niño hace falta una tribu entera".
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